"El 12mo planeta de Zecharia Sitchin", de que habla?



Imaginen por un momento que la historia de la humanidad, tal como la conocemos, no es el relato completo. Que hay un capítulo perdido, oculto entre las leyendas y los mitos de las antiguas civilizaciones, que revela un origen mucho más complejo y misterioso. ¿Qué pasaría si los dioses que adoraron los sumerios, egipcios y muchas otras culturas no fueran deidades míticas, sino seres de carne y hueso, venidos de las estrellas?


En 1976, el autor e investigador Zecharia Sitchin presentó al mundo una de las teorías más radicales sobre los orígenes de la humanidad en su obra *El 12º Planeta*. Basándose en una exhaustiva investigación de textos antiguos, arqueología y mitología, Sitchin propone que los seres humanos fueron creados por una avanzada civilización extraterrestre conocida como los **Anunnaki**, originarios de un misterioso planeta llamado **Nibiru**, que orbita nuestro sistema solar en un ciclo de 3600 años. 


Esta es la historia de cómo estos dioses de las estrellas descendieron a la Tierra, modificaron el curso de la historia humana y dejaron huellas indelebles que aún hoy tratamos de entender.



El Sistema Solar y el Duodécimo Planeta


Sitchin comienza su análisis reexaminando las descripciones astronómicas presentes en los textos antiguos de Sumer, una de las primeras civilizaciones conocidas. Según estos textos, además de los planetas que hoy conocemos, existe un **duodécimo planeta** que no es visible desde la Tierra durante la mayor parte de su recorrido orbital. Este planeta, llamado **Nibiru**, sigue una órbita elíptica extremadamente amplia que lo lleva más allá de Plutón, pero regresa a las cercanías de nuestro planeta cada 3600 años.



Este ciclo coincide, según Sitchin, con momentos clave en la historia de la humanidad, marcando eventos catastróficos y cambios significativos en el desarrollo de las civilizaciones. Nibiru, según la antigua cosmología sumeria, fue hogar de los Anunnaki, una raza de seres avanzados que llegaron a la Tierra en busca de recursos y conocimientos que podrían haber cambiado el curso de nuestro planeta para siempre.



La idea de un planeta con una órbita tan amplia no es nueva. De hecho, la noción de un **Planeta X** ha sido discutida por astrónomos modernos que han detectado irregularidades gravitacionales en los confines del sistema solar. Estos científicos creen que puede haber un planeta desconocido más allá de Plutón, y aunque Sitchin lo presenta en un contexto mitológico y arqueológico, los paralelismos con investigaciones científicas contemporáneas son sorprendentes.



Los Anunnaki: Dioses o Astronautas


En la mitología sumeria, los Anunnaki son los dioses principales que habitaban tanto en los cielos como en la Tierra. Sitchin interpreta estos textos no como mitología, sino como registros históricos de visitantes extraterrestres que descendieron del cielo en naves avanzadas, conocidas como **"cohetes ígneos"**. Estas naves son descritas en las tablillas sumerias como brillantes y poderosas, y Sitchin argumenta que muchas de las historias sobre dioses y sus "poderes divinos" son, en realidad, descripciones de tecnología avanzada incomprensible para los antiguos habitantes de la Tierra.



Estos Anunnaki, según las tablillas sumerias, llegaron a la Tierra con un propósito específico: la extracción de oro. Pero, ¿por qué oro? En su obra, Sitchin sugiere que los Anunnaki necesitaban oro no por razones económicas, como en las culturas humanas, sino por una necesidad tecnológica. El oro podría haber sido utilizado en la atmósfera de Nibiru, como una forma de protección contra la radiación solar. Esta teoría, aunque inusual, se ha discutido en contextos científicos modernos, donde el oro ha sido propuesto como un elemento clave en futuras tecnologías espaciales.



La Creación del Hombre


Uno de los aspectos más controvertidos de *El 12º Planeta* es la reinterpretación de los mitos de la creación. Sitchin señala que, según las antiguas tablillas sumerias, los Anunnaki no solo interactuaron con los seres humanos, sino que fueron directamente responsables de la creación de la raza humana tal como la conocemos hoy. Los textos sugieren que los Anunnaki, enfrentando dificultades en la extracción de oro y otros recursos, decidieron crear una raza de trabajadores para ayudarlos.




Aquí es donde entra en juego el relato bíblico de la **creación de Adán**. Sitchin postula que los Anunnaki combinaron su propio ADN con el de homínidos primitivos que ya habitaban la Tierra, dando lugar al **Homo sapiens**. Esta creación no fue producto de la evolución natural, sino de una **manipulación genética** avanzada. En los textos sumerios, los dioses hablan de la creación del hombre en términos que recuerdan a un experimento científico: combinaron "sangre de dioses" con "arcilla de la Tierra", una metáfora que Sitchin interpreta como una referencia a la biotecnología.



En este contexto, la historia de la creación en el **Génesis** y el relato sumerio del **Enuma Elish** parecen compartir una misma fuente: la manipulación genética llevada a cabo por seres de otro mundo. Los Anunnaki no crearon al hombre por compasión o curiosidad, sino como una necesidad práctica. Estos humanos, creados como siervos, fueron encargados de realizar las tareas pesadas de minería y agricultura, liberando a los dioses de sus obligaciones laborales.



Los Nefilim y los Ángeles Caídos


En la mitología bíblica, se menciona a los **Nefilim**, descritos como gigantes o "caídos del cielo". Sitchin relaciona a los Nefilim con los Anunnaki, sugiriendo que eran los descendientes de los dioses que habitaban en la Tierra. La Biblia también menciona que estos seres tomaron esposas humanas y engendraron una raza de gigantes. Este mito tiene paralelismos con relatos sumerios donde los dioses interactúan íntimamente con los humanos, lo que llevó a una mezcla de linajes divinos y humanos.




Estas relaciones entre dioses y humanos no solo trajeron una nueva raza de gigantes, sino que también generaron conflictos entre los mismos Anunnaki. Los textos antiguos narran guerras entre los dioses por el control de la Tierra y los recursos. En este sentido, los conflictos entre dioses no son meras historias de fantasía, sino disputas territoriales y políticas que podrían haber afectado directamente la historia de las civilizaciones tempranas.



Las Ciudades de los Dioses


Sitchin señala que los **Anunnaki** establecieron ciudades en la Tierra, cada una de las cuales fue gobernada por un dios. Estas ciudades, como **Ur**, **Uruk**, y **Eridu**, fueron los centros de la civilización sumeria. En estas ciudades, los humanos servían a los dioses, construyendo templos y monumentos que han sobrevivido hasta nuestros días como los zigurats. Estos zigurats, que Sitchin interpreta como plataformas de aterrizaje para las naves espaciales de los dioses, eran los centros religiosos y políticos de la sociedad sumeria.



Los relatos sumerios hablan de los dioses descendiendo del cielo en sus "carros voladores", lo que, según Sitchin, son descripciones de naves espaciales. En el mundo antiguo, los Anunnaki gobernaron como reyes y dioses, y las ciudades sumerias fueron sus dominios en la Tierra.



El Diluvio Universal


Uno de los eventos más conocidos de la Biblia es el **Diluvio Universal**, pero esta historia tiene paralelos en muchas otras culturas antiguas. Sitchin argumenta que el Diluvio fue un evento real que los Anunnaki conocían y que dejaron que ocurriera. Según los textos sumerios, los Anunnaki sabían que una gran catástrofe, provocada por el paso de Nibiru cerca de la Tierra, causaría inundaciones devastadoras. En lugar de intervenir, decidieron permitir que el diluvio borrara la mayor parte de la humanidad, excepto por un pequeño grupo de supervivientes, liderados por **Ziusudra** (el equivalente sumerio de Noé).




El Fin del Reinado de los Anunnaki


Con el tiempo, la presencia de los Anunnaki en la Tierra disminuyó. Los textos antiguos relatan que los dioses comenzaron a regresar a Nibiru, dejando a los humanos para gobernarse a sí mismos. Sin embargo, antes de partir, los Anunnaki transmitieron conocimientos avanzados a los humanos, conocimientos que influirían en el desarrollo de las civilizaciones egipcia, babilónica y más allá. La construcción de las pirámides y otros monumentos antiguos, según Sitchin, fue guiada por estos dioses antes de su partida.




Conclusión


En su obra *El 12º Planeta*, Zecharia Sitchin nos invita a mirar más allá de lo que las versiones convencionales de la historia nos han dicho. Su teoría sugiere que no estamos solos en el universo y que, de hecho, nuestros mismos orígenes podrían estar entrelazados con seres extraterrestres. A través de sus investigaciones de los textos antiguos, Sitchin plantea la posibilidad de que los dioses de Sumer, Egipto y otras civilizaciones antiguas fueran en realidad seres avanzados que, desde su planeta Nibiru, intervinieron directamente en el desarrollo humano.


Las evidencias presentadas por Sitchin, como la manipulación genética de los Anunnaki para crear al Homo sapiens, las civilizaciones avanzadas que brotaron de la nada y las menciones astronómicas de un duodécimo planeta, han generado tanto fascinación como escepticismo. Sus teorías han sido objeto de debate durante décadas, pero lo que no se puede negar es la enorme influencia que han tenido en la cultura popular y en el campo de la arqueología alternativa.


A través de esta narrativa, hemos recorrido los mitos sumerios, las historias bíblicas y los enigmas científicos, fusionando antiguas creencias con interpretaciones modernas que nos invitan a reexaminar el pasado de la humanidad. ¿Y si la historia no fuera como nos la contaron? ¿Y si nuestros "dioses" fueran en realidad viajeros de otro planeta, que nos visitaron, nos crearon y dejaron huellas imborrables en nuestro ADN y nuestra cultura?


A medida que la ciencia continúa explorando los misterios del universo y se descubren nuevas piezas del rompecabezas, quizás algún día podamos obtener una respuesta definitiva. Pero hasta entonces, *El 12º Planeta* nos deja con una fascinante hipótesis: la de que los secretos de nuestro pasado aún podrían estar ocultos en las estrellas, esperando ser descubiertos.




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