Epopeya de Gilgamesh (Resumen) Parte 3
Poema de Gilgamesh
(Parte 2)
Enkidu fue con Gilgamesh a contarle sobre su sueño donde le cuenta que los dioses Anu, Enlil, Ea (Enki) y Shamash se juntaron para discutir sobre lo sucedido con Humbaba y con el Toro Celeste, así que Anu dijo “que uno de estos dos muera, Enlil hablo “que muera Enkidu pero que no muera Gilgamesh” a lo que Shamash le pregunto que no les diste tu la bendición para matar al Toro Celeste y a Humbaba? y ahora tiene que morir el inocente Enkidu.
Enlil molesto le contestó “ y tú marchaste a su lado como su amigo todos los días”
Enkidu con lágrimas en sus ojos le dijo a Gilgamesh, hermano mío, el umbral de los muertos atravesare y entre los muertos me sentaré, nunca más pondré mis ojos en mi querido hermano.
Gilgamesh escuchó, y le dijo a Enkidu.
Porque, amigo mío, tu corazón dice blasfemias? que tan especial era tu sueño, grande era tu ansiedad, los recelos eran grandes, el sueño era extraño.
Enkidu con los labios temblorosos le dice a Gilgamesh “Los dioses han decidido que yo debo morir”.
Gilgamesh le contesta “buscaré a Shamash y apelare a tu dios, en la presencia de Anu padre de los dioses rogaré, que el gran consejero Enlil escuche mi ruego, y que mi súplica encuentre el favor de Enki”.
Enkidu ya con más calma le dijo a su amigo “No entregues tus ruegos y tus suplicas las palabras de los dioses no se pueden retractar”.
“Lo que ordenan, no lo borran.
Lo que establecen, no lo borran.
Amigo mío mi suerte ya está echada la gente va a su destino antes de tiempo con las primeras luces trémula del alba luminosa”
Enkidu levantó su cabeza y se lamento a Shamash, bajo los rayos del sol sus lágrimas corrían, le suplicaba por su vida y se arrepentía de conocer al cazador y a la prostituta Shamhat, mientras los maldecía y les deseaba lo peor, decía.
“Porque me hiciste débil, a mi que no estaba corrompido, si en la estepa me debilitaste a mi que no estaba corrompido”.
Shamash desde el cielo escuchaba y se desilusionó de esas palabras.
“Enkidu, ¿por qué maldices a Shamhat la ramera que te dio de comer pan que era digno de un dios, te dio de beber cerveza digna de un rey, que te vistio y te dio un compañero, tu amigo, tu hermano Gilgamesh?”
Enkidu escuchó estas palabras y su corazón enojado se calmó, su corazón tan furioso se calmó, su corazón ya no maldecía a Shamhat, su corazón ahora la bendecía, ahora la llenaba de buenos deseos esperando que todos se cumplieran.
El tiempo pasó y Enkidu cayó enfermo, pasaron diez días y la enfermedad de Enkidu se agravaba.
Enkidu yacía en su lecho y le habló a Gilgamesh.
“Dios se ha puesto en mi contra, amigo mío, no muero como alguien que cae en medio de la batalla, aquel que cae en combate se hace famoso, pero yo no caigo en el combate y no seré famoso.
Y así con las primeras luces trémulas del alba luminosa Enkidu fallece.
Gilgamesh empezó a llorar a su amigo.
“Oh ! Enkidu a quien tu madre, una gacela, y tu padre un onagro criaron, a quien las bestias de la estepa enseñaron todos los pastos, oh! Enkidu que los caminos del Bosque de los Cedros te lloren de dia y de noche, que los ancianos de Uruk la Cercada te lloren, que la multitud que nos dio las bendiciones te lloren, que los pastos se lamenten como tu madre, que te llore el ciprés y el cedro, el oso, la hiena, el ciervo, el toro salvaje, todas las bestias de la estepa, que te llore el sagrado río Ulay, que te lloren los jóvenes de Uruk que fueron testigos de cuando dimos muerte al Toro Celeste, que te llore la ramera que te ungía con aceite de dulce aroma, y en este mismo dia yo tambien te llorare.
Escucharme todos en Uruk lloraré amargamente por mi amigo que he perdido”.
Oh amigo mío con el que uní fuerzas, subimos la montaña, capturamos y dimos muerte al Toro Celeste, destruimos a Humbaba, que moraba en el Bosque de los Cedros.
¿Y ahora que sueño se ha apoderado de ti?”.
Gilgamesh promulgó un edicto para el país, hizo que forjaran una estatua de su amigo, para que la gente le llorara y lo pudiera recordar, que los dioses lo puedan ver y él siempre tendrá a su amigo a su lado.
Por su amigo Gilgamesh lloró amargamente y medito sobre su propia mortalidad, y empezó a temerle a la muerte, y es ahí cuando fue en busca de Uta-napishti hijo de Ubar-Tutu.
Caminando sobre la estepa vio algunos leones y miedo aumento, suplico a los dioses para estar sano y salvo y cayendo la noche se acostó y durmió, después de su sueño despertó blandió el hacha en su mano y sacó el puñal de su cinturón, se fue directo a los leones a los cuales golpeó y mató, se cubrió con sus pieles, comió su carne y siguió su camino.
LLegó a las montañas gemelas de Mashu, montañas tan altas que alcanzaban a acariciar el cielo, al pie de las montañas se encontraba la entrada custodiada por hombres escorpiones, cuya mirada era muerte, Gilgamesh los vio, se cubrió el rostro con miedo y temor, después de agarrar valor se les acercó, el hombre escorpión llamó a su compañera y le dijo “El que ha llegado hasta nosotros, carne de los dioses es su cuerpo”.
A lo que su compañera le respondió, “En él hay dos tercios de dios, y un tercio humano”.
Se dieron cuenta que estaban en presencia del Rey Gilgamesh al cual empezaron a cuestionar.
“¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cómo has llegado a mi presencia?”.
“Quiero saber hacerca de tu viaje”
Gilgamesh le respondió, “Busco el camino que lleva a mi antepasado, Uta-napishti, que asistió a la asamblea de los dioses y encontró la vida eterna, de la vida y de la muerte me dirá el secreto”.
El hombre-escorpión le dio una advertencia sobre el camino de la montaña de qué tan densa era su oscuridad en su interior, después le dio el paso y con unas palabras de aliento se despidió de él, a lo que Gilgamesh agradece.
Se adentro a la montaña y a cada paso que daba la luz desaparecía, hasta llegó un momento donde no podía ver absolutamente nada miraba asi atras y la luz no estaba, asi que siguió y al fin a lo lejos vio un resplandor.
Al fin salió de la montaña y en el horizonte vio un hermoso bosque, al cual mientras caminaba en él, admiraba y contemplaba.
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